Los once mil chistes
Si en vez de comentarios pueden dejar chistes... ¡mejor!
diciembre 28, 2013
El discípulo shaolín
septiembre 19, 2013
Tastes funny...
Estaban dos caníbales comiéndose a un payaso, y en eso, uno le dice al otro:
—Oye, sabe chistoso, ¿no?
julio 21, 2013
Picasso y la justicia
El origen de Los Diez Mandamientos
enero 15, 2013
El chamán
―Mire, señor chamán... lo que pasa es que tengo una migraña que no me deja en paz. He ido con médicos de todo el mundo y no se me quita. Por eso he acudido a usted...
El chamán inspecciona a su paciente, y le recomienda:
―Lo que tiene usted que hacer es darse un baño en agua de rosas, limpiar todo su cuerpo con herbajos de mandrágora y pasarse un huevo por la cabeza. Hágalo todos los días durante dos semanas y regresa a verme.
Pasan las dos semanas y el hombre cumple al pie de la letra las instrucciones del chamán. Una vez cumplido el plazo, el hombre vuelve con el chamán, y éste le pregunta.
―¿Cómo se ha sentido? ¿Le sigue doliendo la cabeza?
―No, señor chamán, ya no me duele para nada a cabeza. Ahora lo que me duele es el huevo...
octubre 16, 2012
Medicina moderna
En un Congreso de Médicos Especialistas de Oxford se reencuentran dos colegas luego de años de no verse.
─Disculpe, ¿es usted el doctor Headly Wonderville?
─El mismo. ¿Quién pregunta?
─¡Headly!, ¿no me reconoces? ¡Soy Barnabie O'Connolly! Cursamos juntos la Universidad aquí mismo, en Oxford.
─¡Barnabie! No te reconocí, ¡vaya que has cambiado! Oye, ¿y qué estás haciendo, qué ha sido de ti?
─Pues yo me quedé aquí en Oxford y ejerzo la Odontología.
─¡Hombre!, ¿y cómo te va?
─Muy bien, muy bien... hemos desarrollado técnicas muy novedosas que harán más precisas las labores del área y los costos más accesibles. Y ¿qué ha sido de ti, Headly?
─¿Yo? Yo me fui a Sudáfrica.
─Bien, bien... y ¿a qué te dedicas?
─A castrar negros.
─¿Cómo? ¿A castrar negros?
─Sí, a castrar negros.
─¡No me digas que todavía sobreviven esas terribles prácticas!
─¿Sobrevivir? ¡Si lo hacemos todo el día! ¡Capamos negros a pasto...!
─Y... bueno... me imagino que lo hará con técnicas modernas... con procedimientos bioquímicos...
─¡No, qué bah! Mira: agarramos fuerte al negro en turno, lo abrimos de piernas, ponemos sus huevos entre dos ladrillos y ¡crash!, se los aplastamos. Luego desinfectamos un poco, en caso de que sea estrictamente necesario, y el negro sigue con su vida.
─¡Pero eso debe ser dolorosísimo!
─No, no... la verdad no tanto... sólo hay que cuidarse de no poner algún dedo entre los dos tabiques...
agosto 17, 2012
La canasta
En el jardín del manicomio se pasea un loco con una canasta vacía. A él se acerca otro loco y le pregunta:
―Oye, ¿qué llevas ahí en esa canasta?
―Si adivinas, te doy un ramo.
―Ah... ¡Croquetas!
junio 14, 2012
El veterano
En un ocioso país escandinavo se organizó el Primer Concurso Internacional del Hombre con el Pene Más Largo; el criterio para elegir al ganador sería elegir al hombre "que tuviera más distancia entre al límite del escroto y la punta del glande". Se llena el Estadio Olímpico Lasse Viren y entra el primer concursante:
—A ver, señor, pase usted, bájese los pantalones y vamos a ver cuánto mide del límite del escroto a la punta del glande: ¡8 centímetros! ¡Impresionante! ¡Qué bárbaro!
Va el segundo participante:
—A ver, usted, señor veamos cuanto tiene... ¡12 centímetros! ¡Asombroso! ¡Inimaginable!
Se acerca un tercer concursante:
—Veamos, señor, pase por acá. ¿Usted cuánto tiene? ¡10 centímetros! Lo sentimos, está usted descalificado.
Y en eso llega un viejito:
—A ver, señor, ¿usted cuánto tiene entre el límite del escroto y la punta del glande?
Y antes de que lo midan, el concursante responde:
—Pues mire, entre mi escroto y la punta de mi glande hay 273,419 kilómetros.
—Pero, ¿qué dice usted?
—Como lo oye: que entre mi escroto y la punta de mi glande hay 273,419 kilómetros.
—Señor, no nos venga usted aquí a tomar el pelo, si eso es imposible.
—¿Imposible? ¡Si hasta lo tengo certificado!
—¿Certificado?
—Así es, señor. Lo tengo certificado.
—Pero, a ver, ¿qué es lo que tiene usted certificado?
—Pues tengo certificado que mi verga está aquí conmigo y que mis huevos se quedaron en Vietnam.
abril 16, 2012
Fidel, Fidel, ¿qué tiene Fidel?
―Mira, chico, que yo ya estoy un poco como que harto de cómo está la cosa por acá, mira que siempre hay que andar a hacer la cola para to't... que cola pa'la comida, que cola pa' la bencina, que cola pa' la despensa, que cola pa'l dotor... ¿Sabes?, yo ya mejor me voy a ir a matar a Fidel para que ya se acabe todo esto, vas tú a ver.
―Tá bueno, chico, tá bueno ―le dice el otro.
Y se va el primer cubano a matar a Fidel. A los tres meses, regresa y se vuelve a encontrar con su amigo.
―Chico, pero qué novedá, ¿cómo tú estás?
―Pues bien, mira...
―¿Y cómo te fue en eso de ir a matar al Comandante?
―Mal, chico, mal... que para matar a Fidel también tiene uno que hacer cola...
enero 20, 2012
Lewis Carroll meets Edgar Allan Poe
En que Edgar Allan Poe escribió sobre ambos...
What do a raven and a desk have in common?
Edgar Allan Poe wrote on both of them...
noviembre 21, 2011
La perspectiva
—Oye, Mike, ¿ya viste a esa niña que va saliendo?
—¡No inventes, Frank! ¿Qué te pasa? Por favor... debe tener unos doce años.
—Sí... pero se ve como de diez.
octubre 07, 2011
Chiste vietnamita
Kin'-Kon' con quinqué'n Cancún.
El niño
—¡Pues como mi papá!
—Ah. ¿Y cómo se llama tu papá?
—¡Pues como mi abuelito!
—Ah, muy bien. ¿Y cómo se llama tu abuelito?
—¡Pues como yo...!
El gato de Schrödinger
—Mira, Günther, te encargo mucho mi casa, mi gato y mi santa señora madre, eh. Me los cuidas mucho, Günther.
—Tú no te preocupes, Schrödinger, disfruta tus vacaciones que yo me hago cargo de todo.
—Bueno, lo dejo todo en tus manos, Günther. Sólo mantenme informado de las novedades. Mira, te dejo la dirección donde puedes localizarme, por cualquier cosa que se ofrezca. Me mandas una carta, un telegrama, lo que sea.
—Está bien, Franz, está bien, pero todo va a estar bien, ya lo verás.
Se va Franz de vacaciones y cuando llega al hotel, se encuentra en la recepción con que tiene ya una carta de Günther. Presuroso corre a su habitación, se instala, abre la carta... y la lee:
"¡Schrödinger, amigo mío! ¡Sucedió una tragedia! ¡Se murió tu gato! Sí, tu gato... ¡caput! Se subió a la azotea y no pude detenerlo; luego quise evitar que se acercara al borde, y no lo alcancé; después quise evitar que se arrojara desde el techo, pero fracasé en mi intento. Finalmente, cuando bajé al patio para rescatarlo, ya no respiraba. ¡Estaba ahí todo... despanzurrado! ¡Qué horrible trageida, Schrödinger! ¡Nunca me perdonaré por esto...!"
Schrödinger, al borde de la convulsión, se desespera, se pone triste, la cabeza le da vueltas, llora, grita, se lamenta, no sabe qué sucede... hasta que, con dificultad, asimila la noticia. Entonces le contesta la carta a Günther en los siguientes términos:
"Günther, es muy triste la noticia que me das y causó en mí un gran impacto. Te pido por favor que seas más cauto en tu forma de darme las noticias, para que me vaya yo previniendo. Por ejemplo, en un telegrma dime: 'Franz, tu gato subióse azotea'; en otro me dices: 'Franz, tu gato acercósa orilla'; en el siguiente, 'Franz, tu gato quiere saltar'; en otro: 'Franz, tu gato saltó azotea'; en otro 'Franz, tu cayó suelo'. Y en el último: 'Franz, imposible salvar vida gato. Condolencias'. Así, poco a poco, para que me vaya yo preparando. ¡Pero no me des tan bruscamente esas noticias tan tremendas".
Al cabo de un par de días, Franz recibe un telegrama de Günther, que dice: "Franz, tu madre subióse azotea"...
septiembre 04, 2011
mayo 18, 2011
Chiste gringo
-¿Son ustedes los que me han liberado?
-Sí -contestan al unísono.
-Bueno, pues por haberme liberado, les concederé tres deseos: uno a cada uno.
El negro toma la palabra y dice:
-Yo quiero que todo mi pueblo volviera a su continente de origen, y allí vivan en paz, en la bonanza y en la felicidad.
-¡Concedido! -dice el genio.
Al instante desaparece el negro, y todos los negros de Estados Unidos vuelven a África, donde llevan una vida de reyes, en paz y con abundancia.
Entonces el colombiano dice:
-Yo quiero que todo mi pueblo volviera a sus países de origen, y allí vivan en paz, en la bonanza y en la felicidad.
-¡Concedido! -dice el genio.
Al instante desaparece el colombiano, y todos los latinoamericanos de Estados Unidos vuelven a sus países, a Colombia, a Venezuela, a Perú, a México, a Nicaragua..., donde llevan una vida de reyes, en paz y con abundancia.
Entonces el gringo dice:
-¿Eso quiere decir que en Estados Unidos ya no hay negros ni latinos?
-Así es -contesta el genio con voz profunda.
-Ah -dice el gringo-. Pues entonces quiero una coca-cola.
febrero 06, 2011
"I see dead people..."
-Mamá, mamá... veo gente muerta...
-Sí, hijo, ya sé... pero a ver, dícelo a tu presidente...
enero 25, 2011
David Livingstone
-La ruleta senegales -le explica el líder de la tribu- consiste en poner a seis exploradores en fila, y seis mujeres negras de nuestra tribu, seis de las más buenas y voluptuosas de Senegal, se les arrodillan enfrente y les empiezan a mamar la verga.
-¿Y en qué consiste el juego y la adrenalina y el riesgo? -pregunta Livingston- Yo lo veo a toda madre.
-El juego consiste en que una de ellas es caníbal.
diciembre 08, 2010
El trato
―Didididididiscucucuculpe... ¿Cucucucucuánto me cococobra popopopor hacer una cacacacacama mamamamatrimonial...?
―Pues, le sale en unos tres mil pesos, señorita ―contesta el carpintero.
―¿Y si yo popopopopongo la mamamamamadera?
―¡No, pues entonces le sale gratis, mi reina!
diciembre 06, 2010
diciembre 01, 2010
Crawl
―¡¿Me quiere usted decir qué es esto?!
El mesero se asoma a la taza y responde:
―Es estilo mariposa.
noviembre 29, 2010
Location, location, location...
―Señora, pues... tengo los resultados de los análisis de su hija y... bueno... pues me temo que está embarazada.
―Ay, doctor, ¿está usted seguro?
―Señora, los análisis no mienten.
―Ay, doctor... pero... ¿cómo...?
―Pues, ¿qué quiére que yo le diga?
―Ay, Dios mío... pero... Oiga, doctor, ¿y no pudo haber ocurrido en un sanitario público?
―Pues sí, señora... sí... pudo haber sido ahí. Pero le aseguro que es muy incómodo.
octubre 27, 2010
octubre 01, 2010
La guerra de los pasteles
—Uta... ¡qué calor hace aquí!, ¿no?
Y el otro dice:
—¡Ah, no mames! ¡Un pastel que habla...!
Mala suerte con las mujeres
—No, pues la verdad es que nosotros los químicos, en particular, y los científicos, en general, tenemos mala suerte con las mujeres. Nuestro trabajo es muy absorbente, nos exige mucho, le dedicamos mucho tiempo... nuestras mujeres se sienten abandonadas y terminan yéndose con otros. De modo que nosotros los científicos tenemos muy mala suerte con las mujeres.
—Eso no es nada —dice Silvio Rodríguez—: Para mala suerte con las mujeres, nosotros los cantautores. Muchas se enamoran de nosotros, sí, quedan seducidas con nuestro arte, nuestra música, pero a los dos días nos abandonan y nos olvidan. Muchas nos llegan a querer, pero todas nos terminan rompiendo el corazón, y no tenemos más remedio que convertirlas en canciones. De modo que somos nosotros los cantautores los que realmente tenemos mala suerte con las mujeres.
—Nada de eso —dice José Emilio Pacheco—. Los que sí tenemos mala suerte con las mujeres, y vaya que tenemos mala suerte con las mujeres, somos nosotos los escritores: Casi todos somos casados...
agosto 28, 2010
Los hijos de Supermán
Porque son Supermancitos...
junio 08, 2010
El Calacas conoce a Drácula
Iba el Calacas en su Caribe '86 color azul cielo condiciendo en Transilvania, cuando le cae la noche y se ve perdido en un bosque en las afueras de la ciudad. Sigue conduciendo, perdido, cuando se le poncha una llanta y se baja a revisarla. Luego de emitir el diagnóstico sobre el neumático, va por la refacción y la llave de cruz para cambiarla. Cambiándola está cuando sobre su espalda, iluminada por un claro de luna, se proyecta la sombra del conde Drácula. El Calacas advierte la presencia y de inmediato voltea. Su rostro se ha puesto pálido. El aparecido se presenta:
—Yo soy...Drácula...
Sin saber qué hacer, el Calacas voltea hacia todos lados instintiivamente, cuando se da cuenta de que en su mano derecha tiene la llave de cruz. En ese momento la alza y se la enseña a Drácula. Drácula suelta una risotada:
—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿Y tú crees, ingenuo mortal, que yo, ¡el conde Drácula!, le tengo miedo a la cruz...?
—¿Ah, no? —pregunta irónico el Calacas... en ese momento se lanza sobre Drácula y lo agarra a chingadazos con la herramienta, diciendo: —¡Pues toma, y toma, y toma, y toma...! ¡A ver si le vas teniendo miedo!
La cuerda
—Oye, Teodomiro.
—Dime, Eufemio.
—¿Y tú estás casado?
—¿Yo? Sí... yo estoy casado.
—Ah... ¿con una loca?
—No: con una cuerda.
—Ah. ¿Y dónde vive?
—En una guitarra...
mayo 14, 2010
Sondeo
-¿Y usted que le pediría al próximo presidente?
A lo que la trabajadora nocturna le responde:
-Pues... lo mismo que a todos, ¿no? $500 y el cuarto.
Memorias
―Dorotea... he tomado una decisión.
―Muy bien, Teodomiro. Te felicito. Y, ¿qué decisión es ésa? ―le pregunta ella.
―He decidido que voy a escribir mis memorias... ¿Te acuerdas de algo...?
La diferencia
-Esto es por cincuenta años de mal sexo.
Los dos viejitos vuelven a su contemplación, cuando de repente el viejito se voltea y le mete dos cachetadas guajoloteras a su esposa. Y le explica:
-Eso es por saber la diferencia.
mayo 04, 2010
El robo
-Sí, es verdad. Pero no fue a Shostakóvich, sino a Stravinsky. Y no fue su auto, fue su bicicleta. Y no se la robaron, se la compró.
-Ah...
mayo 02, 2010
Las Olimpiadas de las Putas
-¡Méloný!
Los jueces dan por bueno el resultado y la afición checa, pletórica de júbilo, corea el nombre de Zdenka Vlátskova, ondea banderas y canta el himno nacional checo.
Toca su turno a la gringa, que es penetrada con un mango, y luego de unos segundos exclama:
-¡Mangoe!
El público gringo explota en júbilo, gritan "iu-es-ei" y agitan banderas gringas.
Toca el turno a la brasileña, que es penetrada con una guanábana. La carioca responde:
-¡Graviola! (Guanábana en portugués.)
El público explota en alegría, tocan la batucada, bailan samba y cantan el himno de Brasil.
Va la mexicana, que es penetrada con un... con un... ¿kawe? ¿kiwe? ¿kowi...?
(EL QUE LEE O ESCUCHA EL CHISTE DICE:) -¡Con un kiwi!
(EL QUE CUENTA EL CHISTE DICE:) -¡Bravo, puta!
Tercera edad
-Viejito... hazme el amor...
-El abuelo extiende la mano con la palma hacia abajo, y comienza a mover hacia arriba y hacia abajo, alternadamente, los dedos meñique, anular, medio e índice, haciando una especie de ola.
-¿Qué? -Replica la abuela-, ¿acaso me vas a hipnotizar?
-No, pendeja: ¡Escoge!
El vendedor más grande del mundo
-¿Es usted judío?
El judío, orgulloso de su origen, contesta:
-Sí, lo soy.
El gerente de Wal-Mart, al oír esto, cierra el fólder y le dice al entrevistado:
-Caballero, está usted contratado. Puede empezar usted a trabajar inmediantamente.
El judío, sorprendido ante tal reacción, dice.
-Muchas gracias, en verdad me honra usted, pero, ¿puede decirme a qué se debe su decisión tan súbita?
-Bueno, sucede que ya tenemos en nuestro equipo a un judío y ha reusltado un empleado ideal. Venga usted: sígame por este pasillo; al final encontrará una puerta, y ahí adentro, en ese cuarto, verá a su colega.
El judío anda el pasillo, abre la puerta, y encuentra al otro judío con un cliente:
-...pero si se va usted a llevar esos anzuelos, deberá usted también adquirir ¡esta magnífica caña de pescar! Resistente, bella, cuidada, única en su género y muy fuerte, porque usted, se ve, es un hombre que no va a andar pescando charales, sino esturiones...
-No sé -dice el cliente-, no estoy muy seguro...
-¿Cómo no? Si se nota su experiencia en el arte de la pesca. Y se nota que usted pescará no sólo un esurión, sino todo un cardumen de esturiones, para lo cual necesitará ¡esta magnífica red!
-No creo que sea lo más sensato -dice el cliente.
-¡Pero por favor! Si se nota inmediatamente el tipo de hombre que es usted: ¡Un pescador nato! Y estoy seguro de que usted no se quedará a pescar en las márgenes del río, sino que se irá a adentrando cada vez más para enriquecer su botín... para eso tenemos ¡Esta espectacular lancha motorizada!
-Pues no sé...
-Y como usted no se va a quedar solamente una hora o dos pescando, sino dos o tres días, ¡esta tienda de campaña es la ideal! Térmica, impenetrable, fácil de montar...
-Pero, ¿y cómo voy a transportar todo esto?
-Ah, pues para eso tenemos para usted... ¡Esta Chevrolet último modelo, cuatro caminos, de dimensiones astronómicas, útil para el campo y la ciudad, con la cual usted podrá hacerle ver al mundo quién es el mejor pescador de todos!
-¡Sí! -Exclama el cliente-. Tiene usted razón. ¡Me lo llevo todo!
Se completa la transacción, y el nuevo empleado judío se acerca al experimentado para decirle:
-Colega, me sorprende su habilidad para vender. El hombre venía por unos anzuelos, y usted terminó vendiéndole una caña, una red, una lancha, una tienda de campaña y un automóvil.
-Sí, muchas gracias, pero aquel hombre no venía por unos anzuelos.
-¿Ah, no? ¿Entonces?
-Venía por unos Tampax para su esposa. Pero le dije que como se le chingó el fin de semana, mejor se fuera de pesca.
abril 22, 2010
Una tortuga en el cine
-Dos para "Bastardos sin gloria", por favor.
-Caballero, me disculpa, pero aquí no está permitido entrar con animales.
Contrariado, Agúndez se vuelve a su casa. Horas más tarde se le ocurre una idea genial: se esconderá la tortuga en el pantalón, y cuando haya logrado entrar al cine, se abrirá la bragueta para que el quelonio pueda ver la película.
Eso hace y se encuentra nuevamente en la taquilla.
-Uno para "Bastardos sin gloria", por favor -dice nervioso.
Le expenden el boleto y entra. La sala está llena y Agúndez sólo encuentra un lugar al lado de una pareja; a su derecha, la mujer. Cuando nadie lo ve, Agúndez se baja la bragueta y saca la tortuga. Inquieta, la mujer que está a su lado le habla a su novio:
-Amor, el tipo que está a mi lado se abrió la bragueta y se le sale el pito.
-Mi vida -trata de calmarla el hombre, que sabe que la sala está llena-, a cualquiera le puede pasar que se le abra la bragueta y no se dé cuenta, y que se le salga por accidente el pito. Solamente no le hagas caso, no lo veas, y ya.
-Bueno... el problema es que su pito se está comiendo mis palomitas...
abril 19, 2010
Pepito conoce a los Locos Adams
Homero abrió una consultoría.
Pericles se fue de mesero.
Morticia regentó un prostíbulo.
Merlina se fue de mesera.
El tío Lucas agarró chamba de electricista.
Dedos se fue de asistente de ginecólogo.
Y Largo decidió usar la plaza de maestro que había heredado.
Llega el primer día de clases para Largo, y le toca el salón de Pepito. Entra al salón y se presenta:
-Buenos días, niños. Mi nombre es Largo.
A lo que Pepito responde:
-No se preocupe, maestro... tenemos tiempo...
40cm
-No se preocupe, Eufrosina mía, que con tal de yo casarme con usté, la pido a el señor su padre de usted.
Ahí van los dos a la casa Agúndez, cuando don Teodomiro descubre, escandalizado, que el pretendiente de su pequeña es de raza negra. Sin querer decirle a su hija que ese matrimonio es cosa que él no permitirá, le dice, estando Nicómedes presente:
-Hija, yo no voy a consentir que te cases con un hombre que no te pueda mantener.
Al escuchar esto, Nicómedes Yoruba interviene:
-Señó Agúndez, sépase usté que yo tengo propiedades en todo el país y en varias regiones del Caribe y Europa, que mis ingresos superan por mucho el promedio nacional y que mis negocios prosperan venturosamente.
Contrariado Teodomiro Agúndez, vuelve a dirigirse a su hija:
-Hija, yo no voy a permitir que te cases con un hombre cuya educación no sea correspondiente a la que hemos podido darte.
Nicómedes nuevamente interviene:
-Señó Agúndez, sépase usté, que yo tengo estudios en Lenguas Inglesas y Francesas Conremporáneas, una maestría en Economía y otra en Derecho Penal, siete especialidades en distintas áreas de la biología y las humanidades y dos doctorados, uno en Sociología y otro en Física Cuántica.
Por tercera ocasión, Teodomiro Agúndez arguye:
-Hija, yo quiero que tu vivas en un hogar honorable...
Nicómdes replica:
-Debe saber, caballero, que mi familia ha sido creadora de numerosas fundaciones que buscan proteger los derechos humanos, tenemos dos candidatos al Nobel de la Paz, nuestro apellido lo portan los más respetados diplomáticos del mundo y nuestras relaciones con todos los mandatarios e intelectuales del mundo son, además de frecuentes, altamente cordiales.
Sin saber ya qué decir, Teodomiro Agúndez espeta:
-Bueno, hija, yo lo que quiero es que tú seas feliz. Así que si el señor Yoruba no tiene un miembro de cuarenta centímetros, no consentiré esta unión.
A lo que Nicómedes Yoruba responde:
-Entérese, caballero, que si ésa es la condición que usted pone, estoy dispuesto a cortarme el miembro a la mitad.
El deforme
-¡Adiós, deforme!
El peatón lo ve fijamente, levanta el brazo izquierdo y palmeándose la axila de ese lado con la mano derecha, responde a su agresor:
-¡Chúpame los huevos!
El ciempiés
marzo 03, 2010
La confesión
—Mi amor, somos ya un matrimonio, pero me parece prudente que cada quien conserve sus secretos, así que los míos los voy a poner en una cajita. ¿Te parece bien?
—Ah, muy bien —dice el hombre—. Yo pondré los míos en un cajón del buró.
Pasan cincuenta años, y la mujer le dice al hombre.
—Mi amor, luego de cincuenta años de casados, creo que ya no tenemos por qué guardarnos secretos. Así que, ¿qué te parece si los dos nos mostramos lo que hemos ocultado durante cincuenta años?
—Ah, muy bien —dice el hombre—. Pero tú primero, porque tú fuiste la de la idea.
La mujer abre su caja de secretos y el hombre encuentra cartas de pretendientes y fotos de exnovios, y cigarros, algunas joyas, libros erótico y algunas flores marchitas.
—Mi amor, ahora quiero ver los tuyos —dice la mujer.
El hombre abre su buró de la cómoda, y la mujer ve ahí ocho pelotas de golf y treinta y dos dólares.
—¿Ocho pelotas de golf y 32 dólares? —pregunta la mujer— ¿Y eso qué quiere decir?
—Ah, es que por cada vez que te he sido infiel, he metido en el cajón una pelota de golf.
—Ah, pero ¿me has sido infiel? Bueno, a ver... bueno... ocho veces en cincuenta años no ha sido tanto. Pero, ¿y los 32 dólares?
—Es que cada vez que juntaba dieciocho pelotas de golf, las vendía a dólar.
Perspectivas
—Papá, tengo algo que decirte: estoy embarazada.
—¡¿Qué?! Pero, ¿cómo es posible, con la educación que te he dado? ¡Pero, ¿quién es el canalla que te ha deshonrado de esta manera?! ¡Tiene que hacerse responsable de sus actos!
—Ah, no hay problema; en este momento me comunico con él —la hija marca un número telefónico, y dice: —Ricardo, pues mi papá ya sabe que estoy embarazada. ¿Vienes para acá? ¿En cuanto tiempo? Ah, muy bien: te esperamos —y cuelga la hija—. Ricardo está aquí en veinte minutos.
Pasados los veinte minutos se escucha que un automóvil se estaciona afuera de la casa, y a los pocos segundos tocan el timbre. La muchacha le abre la puerta, y es Ricardo. El papá lo ve que llega en un BMW último modelo, edición limitada, de lujo, el hombre recargado en cadenas, aretes y esclavas de oro, un reloj Cartier, y los billetes saliéndosele de las bolsas de que no le caben. Ricardo toma la palabra, y dice:
—Señor, muy buena tarde. En efecto, su hija está embarazada, y yo soy el padre. Una noche la llevé a un hotel, y fue ahí que sucedió todo. Lamentablemente soy un hombre casado y no puedo contraer matrimonio con su hermosa hija, pero me haré responsable del cuidado de nuestro hijo. Si es hombre, abriré un fideicomiso para asegurar su futuro, de un millón de dólares para empezar, cantidad que se irá incrementando hasta la mayoría de edad del muchacho; le organizaré asimismo una fábrica y empresas de publicidad para que él la maneje cuando tenga la edad y los estudios, que yo pagaré, pertinentes para ello, y así no le faltará nada. Si es niña, abriré el mismo fideicomiso y pagaré sus estudios, y la obsequiaré para cuando sea mayor de edad una cadena de hoteles o de restaurantes, según ella prefiera, para que los administre y no le falte nada. Si son gemelos o trillizos, cada uno se verá beneficiado según las condiciones que ya he especificado. Ahora que si lamentablemente el producto se pierde...
—Ah no... si el producto se pierde, usted se la lleva otra vez al hotel...
diciembre 15, 2009
Navideño
-¡Teófilo! Este año no quiero cenar pavo. Quiero cenar conejo con caracoles.
-¿Conejo con caracoles? -Replica el otro-. ¿Y de dónde quieres que saque a esta hora unos caracoles?
-Ah, no sé... Ése es muy tu problema. Tú eres el proveedor de la casa, ¿no? Anda, pues ve y provéeme de unos caracoles.
-Caracoles a esta hora... Y en Navidad...
-Ándate para el Mercado de San Juan... Ese nunca cierra. ¡Nunca!
La discusión siguió más o menos así durante un rato, hasta que el Agúndez va al mercado, encuentra los benditos caracoles, vivos, y los compra. De recreso a su casa pasa por la célebre cantina "Las quince letras", y unis amigos lo ven:
-¡Agúndez! -le gritan-, ¿adónde?
-A mi casa, mano. Mi mujer me mandó a comprar caracoles para la cena.
-Uy, y que vas de mandilón. Anda, échate unos chupes con nosotros.
-No, que tengo que llegar.
-Unos tragos y mira, contigo somos cuatro y nos echamos el dominó...
La discusión siguió más o menos así durante un rato, hasta que Agúndez cede y entra a la cantina. Horas después se dio cuenta de que se le hizo tarde, se excusó rápidamente, dejó pagado su consumo, agarró la bolsa de caracoles y corrió a su casa como desesperado. Cuando llegó a la puerta de su casa, se dijo lo siguiente:
-En la madre... mi mujer ora sí me va a matar... Ve nada más la hora, y yo apenas llego con los caracoles, pero...
En eso estaba Agúndez cuando una brillante idea lo deslumbró.
Sacó entonces los caracoles de la bolsa, los puso en el suelo, afuera de su casa y los dejó a que medio reaccionaran. Entre tanto, se quitó el cinturón, tocó el timbre de su casa y cuando los caracoles empezaron a sacar sus cabezas de sus caparazones, cuando su mujer abrió la puerta y vio aquello, él exclamaba, azotando su cinturón contra el suelo:
-¡Órale, cabrones! ¡Apúrenle! ¡Muévanse y rápidito! ¡¿Qué no ven que ya pasan de las once?! ¡Órale...! ¡Aprieten el paso...!
noviembre 14, 2009
Obviedad
—A ver, niños, ¿cómo quedamos que se llaman las partes pudendas del ser humano?
—Se llaman destinos —contesta Pepito.
—¿Cómo? No, Pepito, no se llaman así.
—¡Claro que se llaman destinos, maestra! —contesta Pepito, seguro de lo que sabe.
—No, Pepito. En el hombre se llaman pene y testítulos, y en la mujer vagina.
—Por supuesto que no, maestra. Se llaman destinos —insiste Pepito.
—A ver, Pepito, ¿por qué dices que se llaman destinos?
—Ah, porque en el periódico, siempre que alguien se casa, dice: "Fulano y fulana juntaron sus destinos".
Jane y Tarzán
—Oye, Tarzán, ¿y qué hacías antes de que yo llegara a tu vida?
—Ah, pues iba a una casa de chitas.
noviembre 12, 2009
La que es pera, espera
-¿Hace mucho que espera?
Y ella le contesta:
-Sí, desde que nací.
Ramona Cabrera
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Y nadie le hace caso. Pero él sigue gritando:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Poco a poco las vecinas comienzan a despertarse y encienden sus luces, mientras el borrachito sigue gritando:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Hartas del escándalo, las vecinas llamas a la policía, y un oficial se acerca al borrachito:
—Caballero, ¿qué es lo que usted pretende, si aquí no vive ningna Ramona Cabrera?
—¿Y eso a mí qué? —Replica el ebrio.
—¿Cómo que a usted qué? ¡Usted lleva dos horas gritando a todo pulmón "¡Ramona Cabrera!"!
—Ah caray, ¿yo llevo dos horas gritando "¡Ramona Cabrera!"?
—Así es —responde el policía —, usted lleva dos horas gritando "¡Ramona Cabrera!"
—Ah perdón —dice el borrachito, y grita entonces—: ¡Cabrona ramera!
octubre 24, 2009
Michael Jackson
-Doctor, doctor, buenas tardes... vengo a que me extraiga los dientes de leche.
-Pero, señor Jackson -contesta el ortodoncista-, pero a su edad no tiene dientes de leche, no es necesario que se los extraigan.
-No, doctor, usted no me entiende. Lo que yo quiero es que me los extraiga de los testículos.
octubre 09, 2009
Vía alterna
—Oye, ¿y faltará mucho para llegar al óvulo?
—Pues imagínate: Vamos apenas por la tráquea.
Contrabando
—Mira, vieja, pos’ mételo en una maleta y ya estuvo.
—¿En una maleta? ¡Pero cómo se te ocurre! Va a dejar la ropa toda maloliente y además mordisqueada... No, no, no... ahí no...
—Bueno, pues en el maletín, entonces.
—¿Pero cómo que en el maletín? Se va a asfixiar el animal, si apenas cabe nada ahí, y además el viaje es muy largo, ¿qué crees que va a comer? No, ahí no.
—Bueno... pues entonces ahí entre las bolsas que llevamos sueltas.
—¡Menos! Ahí se va a asomar y va a dar una lata y una movedera que todos se van a dar cuenta... No, ¿cómo se te ocurre?
—Mira, vieja... pues entonces no va a quedar de otra, y te vas a tener que esconder al zorrillo entre tus faldas.
—Pero ahora sí que te volviste loco... ¿Cómo crees que lo voy a esconder ahí? ¡Si está muy cochino y muy apestoso!
—¡Ah, pues que se aguante el animal!
El burro que era carro
“Ah jijo... ¿qué tendrá el carro?”, dice el hombre, que se baja a revisarlo y le tantea los dientes. No, pues la defensa no es”, dice, y le tantea los ojos. “Los faros tampoco”, dice, y le revisa los cascos. “Las llantas están bien”, dice, y procede a chocarle el rabo. “El escape está bien”, dice, “y le puse gasolina hace rato”, añade, recordando que le dio de comer al burro.
De repente el hombre se agacha, mira por debajo del burro y exclama:
—¡Ah, ya sé lo que le pasa! Se le zafó la flecha...
Disney World II
—Ay, mana... ¿qué crees que soñé anoche?
—Ay no sé, ¿pues qué soñaste que te ves tan contenta?
—Pues fíjate que soñé que iba a Disneylandia.
—¿A Disneylandia? —reclama el otro muerto de envidia.
—¡Sí, ¿tú crees?! Y vi a Mickey... a Daisy... a Tribilín... a Mimí... a Pluto... ay, si vieras lo simpático que es Pluto... Lo bien que me cayó.
—Ah sí... —reclama el envidioso—, pues tú sí que no vas a creer qué es lo que yo soñé.
—Ay, pues ¿qué soñaste, mana?
—Pues soñé que estaba en mi recámara y de repente que se me aparece Luis Miguel.
—Ah, sí... ¿Luis Miguel? —preguntó el primero, ahora también corroído por la envidia.
—Sí... y se me acercaba y me hacía ojitos... cuando de repente ¿qué crees?
—¿Qué?
—Que se me aparece Ricky Martin...
—¡¿Ricky Martin?! —Exclama el otro, muerto de la envidia.
—Sí, mana... y ahí estaban los dos peleándose por mí, cuando de repente se aparece Chayanne también, caído del cielo.
—Ay, loca... ¿y qué hiciste con esos tres, pendeja?
—Ay pues yo ya no podía con los tres peleándose por mí, estaban a punto de llegar a los golpes, cuando...
—Mira si eres mala amiga, me hubieras hablado para que te ayudara siquiera con uno.
—Ay, pues sí te hablé, estúpida, pero me dijeron que andabas para Disneylandia...
septiembre 02, 2009
Cruel
—¡Mira: mis papás me compraron tenis nuevos! ¡Y mira, también me compraron un balón de futbol! ¡Y mira, también me compraron carritos! ¡Mira, mira: también me regalaron un videojuego!
—¿Y qué, y qué? Yo no tengo cáncer...
Puerto
—¡Suelten las anclas! —dice uno.
—What do you say? —le contestan desde el buque— I can’t understand you!
—¡Que suelten las anclas!
—I can’t undersand!
Pronto se dan cuenta de que en el barco no hablan español y buscan a un estibador que hable inglés. Dan con él, y éste se dirige a los botes:
—Hey, there, do you speak English?
—Yes, we do!
—Ah... ¡pues que suelten las anclas!
El robo a la granja
—¿Y ahoda qué hacemos, Dodbedto?
—Pued vabos a saltadnos da barda.
Uno se apoya sobre el otro, y alcanza lo más alto de la barda.
—Ahoda, dime qué ves.
—Pued hay patos y vadios costades de maízd.
—¡Bdíncate! ¡Y pádzame un costad!
El ladrón se brinca y cae sobre un pato. El pato exclama:
—¡Cuac!
El otro ladrón contesta:
—¡Ed que dsea!
La generación perdida
—¡He recibido mi primer salario de mi primer trabajo! ¡Soy feliz, mi primer sueldo, mi primera paga! —y corre presuroso a su casa
En la calle toma un taxi y antes de que le indique al chofer adónde ir, otro tipo se sube al taxi, con una máscara de Blue Demon y una pistola.
—Mucho dinero, ¿no? —inquiere el asaltante— ¡Dame todo lo que tienes!
—No, señor... tenga piedad... es mi primer salario...
—¡Nada, nada...! ¡Tu dinero o disparo!
—Señor, compréndame... es mi primer trabajo, por favor...
—¡Tu dinero, dije!
—Señor, comprenda... no sabe lo difícil que es conseguir trabajo siendo recién titulado de abogado.
—¿Abogado? —se sorprende el ladrón— ¿Abogado dice usted?
—Sí... abogado.
—Y... ¿no será... de la UNAM?
—Sí, en efecto... de la UNAM.
El ladrón se quita la máscara, y sonriendo ampliamente le dice al joven:
—¡¿De qué generación, hermano?!
Breves
En el puerto se escucha el grito:
—¡Suelten amarras!
Y Marras los mordió a todos.
2.
—¡No pasen por el tope!
Y el “Tope” no fue a la fiesta.
3.
—Señor, ¿me da un helado?
—Sí. ¿De coco?
—¡Ay, no, qué miedo!
4.
—¡Cómete la sopa de fideo!
Y Fideo se quedó sin sopa.
5.
—¡Mamá, no me gusta la sopa con carne!
—Ay, niña... tú y tu lepra...
agosto 10, 2009
Hábitos
—No, fíjese... No está el doctor Heredia, pero está la doctora Jiménez, que es muy buena.
—¿La doctora Jiménez? ¡No, pero cómo cree! No, ¡cómo me va a pasar a revisión con la doctora Jiménez!
—No se preocupe, es una profesional y es de toda la confianza del doctor Heredia.
Después de unos minutos de discusión, Agúndez finalmente accede.
—Puede usted pasar con la doctora Jiménez.
Ya en el consultorio, la doctora Jiménez le indica:
—Señor Agúndez, por favor quítese los pantalones y recuéstese bocabajo sobre la plancha.
Agúndez obedece, y la doctora Jiménez inicia la exploración. Al cabo de unos minutos, la doctora le dice a Agúndez:
—Señor Teodomiro Agúndez, va a tener que dejar de masturbarse.
—Pero, ¿por qué?
—Porque lo estoy revisando...
Happy birthday...?
—¡Papá, papá! ¡Adivina cuántos años tengo!
—Ay, no sé, hijo... has de tener nueve años.
—No, papá... tengo diez.
Poco tiempo después, pasa su tío:
—¡Tío, tío! ¡Adivina cuántos años tengo!
—No sé, niño... has de tener como once.
—No, tío... tengo diez.
En eso, pasa la abuelita:
—¡Abuelita, abuelita! ¡Adivina cuántos años tengo!
La abuelita responde:
—A ver, niño, bájate los pantalones.
El niño se los baja y la abuelita empieza a amasarle los testículos.
—Tienes... tienes... tienes diez años.
—¡Sí, abuelita, sí! ¡Tengo diez años! ¿Cómo supiste?
—Porque escuché que le dijiste a tu tío...
Next...
—Pío.
Y el otro le contesta:
—Pues píe.
Haceros hinoxidables
—¿Cómo ves, Manolo? ¿Nos hacemos inoxidables?
Sólo que por eso sea
—Dígame, señora, ¿qué le ocurre?
—Pues verá, doctor, no sé qué le pasa a la criaturita que está muy flaca, muy desnutrida.
—A ver, señora, permítame revisarla. Haga favor de quitarse la blusa.
La viejita obedece y el doctor comienza a hacerle una exploración mamaria. Al cabo de unos instantes, le dice:
—No, señora... pero si usted no tiene nada de leche, no tiene cómo alimentar al niño, ¿cómo quiere que no esté así de flaco?
—No, doctor... es que yo soy la abuelita...
julio 21, 2009
Heal the world
—Señorita Fawcett, mire, usted en vidafue un símbolo sexual, pero a pesar de ello, después en su vida llevo un comportamiento ejemplar y acató a cabalidad las leyes del Señor, así que hemos decidido perdonarle aquella vieja incorrección, y podrá pasar al cielo. De modo que, además, le concedemos una última voluntad que se verá cumplida en la Tierra.
Farrah Fawcett, luego de reflexionar un poco, dice:
—Bueno, siendo así, yo quisiera que hubiera paz para los niños del mundo.
Minutos más tarde murió Michael Jackson.
julio 16, 2009
El rey de reyes
Un hombre atribulado llega con agitación al confesionario, donde encentra al padre, quien intenta calmarlo.
—¡Padre, padre!
—Calme, hijo... ten calma y cuéntame qué te mortifica.
—Padre... necesito saber... tuve una visión... dígame... ¿cómo es Dios?
—Bueno, hijo... la pregunta que me haces es... bueno, no es sencilla. Verás... Dios... Dios no es bueno... Dios no es malo; Dios no es hombre... Dios no es mujer; Dios no es negro... Dios no es blanco; Dios no es joven... Dios no es viejo...
—¡No..., padre! ¡Usted me está hablando de Michael Jackson!
Handicap
Es diciembre de 2006 y los equipos de los presidentes de México, el saliente Vicente Fox y el entrante Felipe Calderón, hacen una fiesta para celebrar, junto con sus gabinetes, la transición de gobiernos. Empiezan a beber de más y las bromas pesadas afloran. Alguien del gabinete de Calderón grita:
—¡Que Fox hable de literatura! —Y todos sueltan la carcajada.
En respuesta, un integrante del equipo de Fox propone:
—¡Que Carlos Abascal hable de equidad! —Y todos sueltan la carcajada.
Siguen bebiendo y las bromas empiezan a ser más pesadas. Alguien del equipo de Fox grita:
—¡Que Agustín Carstens juegue unas carreritas!
La respuesta del equipo de Calderón no se hace esperar:
—¡Que Gilberto Rincón Gallardo juegue volibol!
Y así, empezaron a hacer bromas cada vez más pesadas. Pero cuando estas personas demostraron que sí se llevaban pesado y que cuando querían ser crueles y despiadados podían llegar a serlo a niveles inimaginables y casi intolerables, fue cuando le pidieron a Felipe Calderón que jugara ajedrez...
Navidad en Cuba
Dos cubanos están en la víspera de Navidad recostados bocarriba en la playa de Bahía de Cochinos. De pronto, una ráfaga luminosa atraviesa el cielo, encima de los cubanos. Entonces uno le dice al otro:
—¡Mira, chico! ¡Papá Noé’!
—Y mamá tampoco...
Philips
Entra Teodomiro Agúndez a la tienda de electrodomésticos y se queda contemplando a los televisores. Se acerca un vendedor y le increpa de la siguiente manera:
—Disculpe, caballero, ¿hay algo en que pueda ayudarle?
—Sí, claro. Me interesa ese televisor de 42 pulgadas, pantalla plana, marca Pilips.
El vendedor, extrañado, corrige:
—No, caballero... es Filips.
—Ah, muy bien. Y, ¿qué precio tiene?
—Ese televisor tiene un precio de 1,475 dólares.
—¡Futa, qué caro!
Antisemita
¿Cuál es la diferencia entre un judío y una pizza?
Que la pizza no se queja cuando la meten al horno.
junio 25, 2009
¡Un chiste de paraguayos!
—Sí, dígame, caballero.
—Mire, señora... Verá. Yo soy paraguayo y he venido a ver a su hija para hacerle el amor.
—¡¿Para qué?!
—Paraguayo...
El vagabundo
—¡Catalina, ¿pero qué es esto?! ¿Cómo te atreves a mancillar mi honor? ¡Te voy a...!—Momento, Teodomiro, momento... Te voy a explicar. Mira, resulta que llegó este pobre hombre, mugroso y en harapos a la casa, y me dijo en tono suplicante: “Señora, ¿no tendrá un pan que me regale para comer?”. Entonces yo, compadecida, le di la cena que anoche no te comiste. Luego me dijo: “Señora, tengo frío, ¿no tendrá de casualidad una prenda vieja que me cubra del frío?”. Entonces yo le di el suéter que te regaló mi madre hace dos años y que nunca te has puesto. Le vi los zapatos, todos rotos, y le di los zapatos Stanford que nunca usas. Luego le pregunté que si no quería bañarse, y me dijo que sí; entonces lo hice bañarse con los jabones que te di en nuestro aniversario y que ni siquiera has desenvuelto. Y al salir, lo vestí con el traje gris Oxford que trajiste de Italia y que tienes arrumbado en el armario. Fue entonces cuando el pobre hombre me preguntó: “Disculpe, señora, ¿y no habrá alguna otra cosa que su marido ya no use...?”.
Migración
—Madre, me voy de la casa.
—Hijo, pero ¿por qué?
—Me voy a trabajar a Santiago.
—¿De qué?
—De Compostela.
Empleos
—Oiga, compadre, necesito un favor. Mire, mi hijo no quiere seguir estudiando, está todo el día de vago, y necesito que le consiga usted un empleo para que aprenda que la vida es difícil.
—Pues bueno, vamos a ver qué se puede hacer.
A los dos días, le habla el compadre:
—¡Compadre, ya le conseguí un empleo a su hijo! Es de asistente de un diputado, 60,000 pesos al mes, tres días a la semana...
—No, compadre, no... Yo quiero un empleo medio pinche, que se las vea negras mi hijo, que aprenda lo dura que está la cosa...
—Bueno, compadre, pues déjeme ver qué encuentro.
Dos días después le vuelve a hablar:
—A ver compadre, parea su hijo. Le encontré una chamba en la presidencia municipal, de asistente de un secretario, 35,000 pesos, de ocho a tres, su oficina...
—No, compadre... yo quiero que mi hijo aprenda, que vea que está cabrón... quiero que le consiga un empleo en donde lo exploten todo el día y gane como 6,000 pesos para que la vaya ahí medio llevando...—Íjole, compadre... ahora sí me la pone difícil... Es que para puestos como ésos necesita tener maestría o mínimo licenciatura...
Just married
—Mira, Gumaro... te lo voy a decir de una vez. Si llegas en la noche y me ves con el cabello agarrado, quiero que me hagas el amor dulcemente. Si me ves con el cabello suelto, es que quiero que me hagas el amor salvajemente. Y si estoy acostada, con los ojos cerrados, es que no quiero que me despiertes.
A lo cual Gumaro replica:
—Pues mira, si cuando llegas en la noche me ves en el sillón con una cerveza, te voy a hacer el amor dulcemente. Si me ves con seis cervezas, te voy a hacer el amor salvajemente. Y si me ves con más de seis cervezas y una botellas de tequila, no me va a importar cómo estés peinada.
Enanitos
—¿A quién mandamos ?¿A quién mandamos? —Se preguntan los enanitos.
—¡Pues a Tintín! —dice Perezoso, y todos están de acuerdo.
Pasa entonces Tontín con el papa, y los demás se quedan detrás de la puerta, escuchando. Tontín, ante el papa, le pregunta:
—Disculpe, Su Santidad... ¿hay monjas enanas?
—¿Monjas enanas? No, Tontín; no hay monjas enanas.
—Oh...
Entonces los otros seis enanitos se empiezan a morir de risa:
—¡Ja ja ja ja ja ja ja! ¡Tontín se cogió a un pingüino! ¡Ja ja ja ja ja ja!
In the jungle, the quiet jungle...
—¡Jirafa, deja esa mariguana y vente a correr conmigo!
La jirafa, convencida, deja el cigarro y corre detrás del conejo. Al poco tiempo se encuentran al chango inyectándose heroína. El conejo le dice:
—¡Chango, deja esa heroína y vente a correr con nosotros!
Convencido, el chango tira la jeringa y se pone a correr con el conejo y la jirafa. Al poco, se encuentran al tigre con unas tachas. El conejo le dice:
—¡Tigre, deja esas tachas y vente a correr con nosotros!
El tigre, convencido, los sigue. Al poco se encuentran al rinoceronte consumiendo LSD. El conejo le dice:
—¡Rinoceronte, deja ese ácido y vente a correr con nosotros!
El rinoceronte le hace caso y sigue al resto de los animales. Al poco se encuentran al jaguar consumiendo hongos. El conejo le dice:
—¡Jaguar, deja esos hongos y vente a correr con nosotros!
El jaguar se ve convencido y se va corriendo con toda la caravana de animales. Al poco tiempo se encuentran al cocodrilo aspirando cocaína. El conejo le dice:
—¡Cocodrilo, deja esa cocaína y vente a correr con nosotros!
El cocodrilo les hace caso y va detrás de ellos. Entonces se topan con el león, que está chemeándose. El conejo le dice:
—¡León, deja ese cemento y vente a correr con nosotros!
Entonces el león agarra al conejo con una de sus zarpas, lo araña, lo azota contre el suelo, lo golpea con un árbol, lo muerde... total que lo deja tumefacto y semi inconsciente. La jirafa, entonces, le reclama al león:
—¡León, ¿qué te pasa?! ¡No ves que el conejo se preocupa por nuestra salud!
—Pinche conejo —dice el león—, se mete éxtasis y nos pone a correr a todos...
My kingdom for a horse! II
—Cantinero, déme una cerveza por favor.
El cantinero, asombrado, se la sirve. El caballo se la bebe, y dice:
—Muchas gracias. ¿Me sirve otra, por favor?
El cantinero se la sirve. El caballo bebe, y dice.
—Muchas gracias —y se va.
Los parroquianos, que habían guardado absoluto silencio, comienzan a hablar. Uno le dice a otro:
—Oiga, compadre... ¿vio eso?
—¡Sí, compadre! ¡Se fue sin pagar!
junio 04, 2009
Capitalismo vs. Socialismo
En el capitalismo el hombre explota al hombre. Y en el socialismo es al revés.
Sana, sana...
-Caballero, ¿en qué puedo ayudarle?
Entonces, la rana contesta:
-¡No, doctor! ¡Si la del problema soy yo! ¿No ve que tengo almo-hombres?
junio 01, 2009
Preguntas y respuestas
—A ver, Pepito, dime: Si en un cable de luz hay diez pájaros, yo disparo un escopetazo y mato a tres, ¿cuántos quedan en el cable?
—Ninguno, maestra.
—Pero, ¿cómo que ninguno, Pepito? Si hay diez pájaros y de un disparo mato a tres, quedan siete. ¿Por qué dices que no queda ninguno?
—Porque los demás se espantan y salen volando.
—No, Pepito. Quedan siete. La respuesta es siete. Pero me gusta tu modo de pensar.
Termina la clase y al final del día Pepito se acerca a la maestra:
—Maestra, maestra... ¿puedo hacerle una pregunta?
—A ver, Pepito... dime.
—Si en la calle van tres mujeres, cada una con una paleta helada, una la va lamiendo, otra la va mordiendo y otra la va chupando, ¿cuál es la casada?
—Ay, Pepito... no sé... la que la va chupando.
—No, maestra. La casada es la que lleva el anillo. Pero me gusta su modo de pensar.
Los hombres del maíz
—Veamos, señor Teodomiro Agúndez. ¿Qué es usted?
—Yo soy un hombre, doctor.
—¿No es usted un grano de maíz?
—No, doctor, para nada... No sé cómo llegué a creer eso.
—Ya ve. Los caminos de la locura son infinitos. Pero de cualquier modo, nos alegra que usted se haya recuperado gracias a nuestros tratamientos. Tenga usted su carta de liberación. Puede reincorporarse a la sociedad.
Agúndez va a su cuarto, hace sus maletas, le hacen una breve fiesta de despedida y sale a la calle. No pasa treinta segundos fuera del manicomio, cuando regresa.
—¡La puerta, la puerta! ¡Por favor, por el amor de Dioz, ábranme la puerta! ¡Una gallina, una gallina! ¡Allá afuera hay una gallina! ¡Ayúdenme... una gallina!
Alarmados los asistentes, le abren la puerta y Agúndez corre por los pasillos del manicomio hasta que entra de regreso a la oficina del director, gritando:
—¡Una gallina, una gallina!
—A ver, a ver... cálmese, Agúndez. ¿No habíamos quedado en que usted era un hombre y no un grano de maíz?
—Sí, doctor... Eso no es problema. Yo sé perfectamente que soy un hombre y no un grano de maíz. Pero... ¿lo sabrá la gallina?
Carnitas
—Dos de maciza, por favor.
—Cómo no, en seguida están. ¿Bien escogidita?
—Oh, te vale madre cómo venga, ¿no?
Cuba
—Díceme, señor, ¿cómo ha sido su vida en la campo de Cuba bajo el nuevo régimen socialista?
—Mira, chico —contesta el campesino—, yo no me puedo quejar.
—¡Oh...! ¿Eso querer decir que usted llevar un modo de vida suficiente?
—No, chico, de ninguna manera. Eso quiere decir que si me quejo, me fusilan.
Pizzas
—Dos pizzas hawaiianas, por favor.
—En seguida, señor —dice el encargado, y pregunta—: ¿Familiares las dos?
A lo que el rapero contesta:
—No: son dos putas hambrientas.
mayo 07, 2009
Un trato
—Hola, niñita... Mira... si me haces unos cariñitos acá abajo, te regalo un caramelo...
A lo que la mocosa replica:
—Hmmmm... ¿Y si me dejo coger me das toda la bolsa?
Preocupación
—Tengo sueño... pero todavía no se acaba, así que sosténmela con las dos manos, y cuando despierte le seguimos.
La prostituta obedece y le sostiene el miembro, que sigue estando erecto, siempre erecto, hasta que el viejo despierta. Y se echan la segunda sesión, al término de la cual Hipólito vuelve a tener sueño, y le hace la misma petición a su acompañante. Al cabo de media hora, Hipólito despierta y se echan una tercera sesión. A Hipólito lo vence nuevamente el sueño y le hace la misma petición a la prostituta. Tras la octava sesión, la prostituta, extrañada, le pregunta a Hipólito:
—Oye, Hipólito... una pregunta. ¿Me pides que te sostenga el miembro para no perder la erección?
—No, para nada... si me tomé un frasco entero de viagra. La erección me durará hasta que amanezca.
—Entonces, ¿por qué me pides que te sostenga el miembro con las dos manos mientras duermes y estás inactivo?
—Ah... para que no me robes la cartera...
¡No me joda!
—¡Famidiades de don Dobedto Badeda! ¡Famidiades de don Dobedto Badeda!
Un hombre se levanta:
—Sí... aquí... familiar de Roberto Barrera.
—Puedz mide... Dobedto Badeda... ha muedto.
—¡No me joda!
—No... no mejoda, ni mejodadá...
¡Una boa!
—¡Mira, chico: una boa!
Y el otro dice:
—¡Pue’ que viva’ lo’ novio’!
Los premios
—Verá, señora... sí existe una solución... drástica, pero efectiva. Lo que tiene que hacer usted es atar al miembro del perro una correa, una cinta o un listón... de modo que cuando el perro ronque, usted lo jale, y apenas lo haga el perro se callará.
Atendiendo la mujer a las recomendaciones clínicas, va a la mercería y compra dos metros de listón... ¡y rojo!, para que no se le pierda. Esa misma noche, antes de dormir, ata un pedazo del listón rojo al miembro del perro. Su marido aún no ha llegado a casa. No pasa mucho tiempo cuando el perro comienza a dormirse, y ronca... la mujer entonces tira del listón y el perro, en automático, se calla y sigue durmiendo. Pocos minutos después llega el marido, que quién sabe dónde anduvo, y se duerme. Y empieza a roncar. La mujer, como es previsible, ata lo que le queda de listón al miembro de su marido, lo jala, y éste también se calla y sigue durmiendo. Y santo remedio. Pero a eso de las cuatro de la madrugada, al marido le dan ganas de ir al baño, y se levanta. El perro lo huele y, fiel, lo sigue hasta el baño. Ahí el hombre enciende la luz y cuando va a orinar descubre que tiene atado a su miembro un listón rojo. Extrañado, se dirige a su perro:
—Mira, Sultán, pero qué...
Y al dirigirse a él, descubre que su perro también tiene atado al miembro un listón rojo.
—Ah caray... pues quién sabe qué hicimos tú y yo esta noche, Sultán, pero nos llevamos el primer lugar...
Las ventajas del Alzheimer
—Oye, Tere... Pues es que tengo ganas de hacer el amor.
Pasa el Hipólito, hace lo que tiene que hacer, y se regresa a su cuarto. A los quince minutos, toca de nuevo en el cuarto de la Tere.
—Oye, Tere... pues es que tengo ganas de hacer cositas...
Sorprendida, Tere lo deja pasar, hacen lo que tienen que hacer, e Hipólito regresa a su habitación. Pero a los diez minutos vuelve a tocar en el cuarto de la Tere:
—Oye, Tere... Pues es que tengo ganas de... tú sabes...
Asombrada la mujer, lo deja pasar. El episodio se repita por cuarta, quinta, sexta... ¡octava vez!, hasta que la Tere le comenta al Hipólito:
—Mira, Hipólito, que de verdad me sorprendes... Fíjate que he conocido hombres que tienen la tercera parte de tu edad, y no aguantan tanto... y tú ya llevas ocho veces. ¿Cómo le haces?
A lo que el Hipólito replica:
—¿Qué, ya había venido?
abril 23, 2009
Frutas
En que con ninguna de las dos se puede hacer jugo de toronja.
marzo 25, 2009
Destilación simple
―Ah, es muy sencillo. Traza usted una raya en el suelo. La atraviesa, y entonces estará usted de aquel lado. Basta con que la vuelva a atravesar para que esté usted “destilado”.
Coplas
―El gran general Rivera,
para celebrar su triunfo,
mandó comprarse un fo...
nógrafo de primera.
Cambio de hábito
―Por curiosidad, ¿cuál es si nombre? ―inquirió el representante.
―Rita. Pero en la orden de las Carmelitas soy conocida como sor Rita. Y ya estoy cansada de que me digan “sor Rita”.
Considerando la gravedad del asunto, el representante le informó que daría noticia del caso personalmente al papa, para que decida sobre la situación. No pasa una semana cuando sor Rita reciba una carta en la cual se le informa que el papa ha accedido a hacer la ceremonia del cambio del nombre, pero como ella no eligió su primer nombre, tampoco podrá elegir el nuevo, de modo que en una tómbola se pondrán todos los nombres femeninos del mundo y el papa en persona extraerá estocásticamente su nuevo nombre. Llega el día esperado, y toda la congregación está presente. Se resuelven los asuntos de la orden del día, y el último era el cambio de nombre de sor Rita. El papa inicia la ceremonia, revuelve la tómbola, saca un papel y dice:―Desde ahora usted dejará de ser sor Rita y será conocida por todo el mundo como ―el papa desdobla el papel sorteado, y exclama―: ¡Sor Raimunda!
El tercer deseo
―Por haberme liberado de la maldición de la lámpara, te concederé tres deseos.
―Bueno... caray... quiero que mi hacienda sea toda de oro.
―¡Concedido! Cuando regreses a tu hacienda, la encontrarás hecha de oro.
―Quiero también tener la pinta de Robert Redford en sus mejores tiempos.
―¡Concedido! Cuando vuelvas a tu hacienda y te veas al espejo, reconocerás a Robert Redford.
―Y quiero que mi órgano sexual sea como el de mi corcel.
―¡Concedido! Cuando vuelvas a tu hacienda y te quites los pantalones, verás la transformación.
Regresa entonces el hacendado a todo galope a sus propiedades, y todavía no llega cuando ve que algo refulge en el horizonte: es su hacienda de oro. Entra a su hacienda, corre al baño y al verse en el espejo, se ve idéntico a Robert Redford. Entonces se baja los pantalones y, sorprendido, exclama:―¡Puta madre! ¡Me llevé a la yegua!
Roman Polanksi
―Sergio ―dice la mujer―, haz algo para que se calle ese degenerado.
―Pero, ¿qué quieres que yo haga, Marta?
―No sé... tú eres hombre, haz algo.
El hombre se levanta y denuncia el hecho con la taquillera, quien se asoma a la sala y ve al sujeto retorcido en la butaca, y gimiendo sin parar.
―Ah, comprendo ―dice la joven―. Le avisaré al gerente.
Transcurre menos de un minuto y el gerente baja.
―Una pareja ―le informa la taquillera― se queja de que un sujeto está emitiendo unos gemidos impropios durante la proyección.
El gerente se asoma a la sala de cine y ve al sujeto.
―Ah... comprendo.
Se acerca cautelosamente al tipo, por detrás, sin ser visto, hasta ubicarse a su lado. El hombre no deja de gemir. El gerente le dice:
―Caballero, ¿podría mostrarme su boleto, por favor?
Sin dejar de gemir un solo instante, el hombre hace una contorsión, libera una de sus manos, la mete en su saco, saca el boleto y se lo muestra al gerente. El gerente examina el boleto, y dice:
―Caballero, pero éste es un boleto de palco.
Sin dejar de gemir, el hombre dice:―Sí... Me caí...
Cherry
―¿Cereza yo?
Picasso
―Pues verá, maestro, es que yo creo que el arte debe retratar las cosas como son. En ello consiste la destreza, el desarrollo de la técnica. En imitar la realidad, la naturaleza. Y lo que usted pinta está muy lejos de asemejarse a la realidad. La fotografía, por ejemplo, retrata a la realidad tal cual es. Por ejemplo, mire ―dice el discípulo al tiempo que saca de su cartera una foto de su novia―: ésta es una foto de mi novia, y así es ella, exactamente.
Picasso toma la foto y la examina. Entonces pregunta:
―¿Exactamente así es tu novia?
―Sí. Exactamente así.
―Ah. Pues que chiquita y qué plana...
Vacas locas
―Oye, ¿y tú no tienes miedo de la enfermedad de las vacas locas?
Aquélla contesta:
―¿Y yo por qué... si soy cocodrilo?
febrero 23, 2009
Atila
―¡Atila! Qué bueno que vienes a la fiesta.
―Sí, hombre... No podía faltar si recibí tu invitación.
El general tracio hace una seña a los comensales y éstos siguen comiendo y bebiendo
―Qué bien, qué bien ―le dice el general a Atila―. Pasa, ponte cómodo.
―Muchas gracias, Godofredo.
―¿Te sirvo algo?
―Por el momento no, gracias. Estoy bien.
―Oye, ¿y trajiste amigos?
―Bueno... pues… traje hunos...
Borrachito
―Caballero, está usted detenido.
A lo que el borrachito responde.
―Muchas gracias, oficial... ya me iba yo a caer...
Raza superior
―¡Pero señor! ¡Cómo es posible que usted, en pleno día, en un vuelo en el que hay niños, esté viendo esas porquerías! Qué barbaridad... ¡Azafata! ¡Azafata!
Llega en eso la azafata:
―Diga usted, señora.
―Quisiera que me cambien de lugar ¡inmediatamente! No quiero estar al lado de este pervertido...
―En seguida buscaremos otro sitio para usted.
Y se va la azafata.
―Qué vergüenza... ―termina la mujer su perorata.
El hombre reacciona, cierra su revista y la guarda.
―Oh, señora, le ruego me disculpe. No me di cuenta de su presencia... Es que estaba yo abstraído en la lectura.
―¿Qué? ¿Pero qué dice usted? ¿Acaso a esas porquerías infamantes les llama usted lectura?
―Por supuesto, señora. Verá... Ocurre que yo soy sexólogo.
―¿Sexólogo? ―pregunta la mujer sintiendo que el hombre se burla de ella― ¿Pero acaso existe una profesión semejante?
―Por supuesto, señora, permítame decirle. Y es, dentro de la medicina, una de los campos más interesantes y respetados, la sexología. Claro que sí.
―Bueno... y me quiere usted decir, ¿qué estudia la sexología?
―Sí... claro... estudia muchas cosas. Estudiamos, por ejemplo, las enfermedades de transmisión sexual, los métodos para prevenirlas y tratarlas, las relaciones de pareja, las zonas erógenas del cuerpo, el comportamiento humano a partir de su instinto sexual... en fin... muchas cosas.
En ese momento regresa la azafata:
―Señora, ya tenemos otro lugar que puede usted ocupar.
―No... gracias... ya no es necesario... todo fue un malentendido. Muchas gracias ―y se retira la aeromoza.
―Por ejemplo ―continúa el hombre―, ¿se ha preguntado usted qué raza es la que tiene el pene más largo?
Llena de curiosidad, la mujer pregunta:
―No... no... nunca me lo había planteado de esa manera.
―Ah. Pues son los árabes.
―¿Los árabes? Oh, pero qué interesante.
―Y se ha preguntado usted, por ejemplo, ¿cuál es la raza que tiene el pene más ancho?
―No... no... nunca me lo había preguntado. Es muy interesante... Y, ¿cuál sería esa raza?
―Ah. Pues son los suecos.
―Los suecos... Oh, pues me ha dejado usted pasmada, señor...
―Doctor... doctor, por favor.
―Oh, disculpe, doctor... doctor...―Doctor Mohammed Johansen... para lo que se le ofrezca.
Ética
―Por Dios... ¿qué hice? Hice el amor con mi paciente... ¡Qué cosa tan baja, tan detestable! ¿Dónde quedó mi ética profesional? ¿Mi seriedad? ¿La honra de mi trabajo? Oh, por Dios... Pero, después de todo... ¿quién no lo hace?...
Así cavilaba cuando en su hombro izquierdo aparece un diablito, quien le dice:
―Tú no te preocupes, hombre. Es algo que todos los médicos hacen. Además, te proporcionó placer, ¿no? Y a tu paciente igual. ¿Qué más da? Es más, en cuanto tengas otra oportunidad, hazlo otra vez.
Y en su hombro derecho aparece un angelito, que le dice:
―Recuerda que eres veterinario...
Plural
―Miren, muchacho’. Lo que hoy vamo’ a ve’ e’ muy importante para la formación de u’tede’. Le vey a enseñá’ la diferencia entre singulá’ y plural. Miren bien. Cuando u’tede’ dicen en singulá, e’ La calaca; pero cuando u’tede’ hablan en plural, e La’ calaca’. ¿Quedó claro?
Zapatero
―Disculpe, ¿se acordará usted de mí?
―No ―responde el zapatero―, ¿debería?
―Bueno, mire... Lo que sucede es que hace veinte años dejé aquí unos zapatos para que los reparara, y se me pasó el tiempo y no pude recogerlos. Mire, aquí tengo la factura... pagué un adelanto por el trabajo.
El zapatero revisa la factura y entra a su almacén. Al cabo de unos minutos, regresa con una caja de zapatos.
―A ver caballero, los zapatos de los que usted habla, ¿son unas botas cafés, del número siete, a las cuales había que arreglarles las suelas?
―¡Sí, sí! ¡Ésas exactamente!
―Bien... Pase por ellas el jueves.