mayo 07, 2009

Preocupación

Hipólito, a sus 87 años, contrata a una prostituta por toda la noche, habiéndose previamente tomando un frasco entero de viagra. En la habitación del hotel completan la primera sesión, e Hipólito le dice a la prostituta:
—Tengo sueño... pero todavía no se acaba, así que sosténmela con las dos manos, y cuando despierte le seguimos.
La prostituta obedece y le sostiene el miembro, que sigue estando erecto, siempre erecto, hasta que el viejo despierta. Y se echan la segunda sesión, al término de la cual Hipólito vuelve a tener sueño, y le hace la misma petición a su acompañante. Al cabo de media hora, Hipólito despierta y se echan una tercera sesión. A Hipólito lo vence nuevamente el sueño y le hace la misma petición a la prostituta. Tras la octava sesión, la prostituta, extrañada, le pregunta a Hipólito:
—Oye, Hipólito... una pregunta. ¿Me pides que te sostenga el miembro para no perder la erección?
—No, para nada... si me tomé un frasco entero de viagra. La erección me durará hasta que amanezca.
—Entonces, ¿por qué me pides que te sostenga el miembro con las dos manos mientras duermes y estás inactivo?
—Ah... para que no me robes la cartera...

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