En la firma de autógrafos de un conocido escritor, una mujer hace fila. Cuando toca su turno, presenta su ejemplar ante su autor favorito, a quien elogia de la siguiente manera:
―¡Señor Enrigue, es un placer leerlo y conocerlo! Yo soy su más grande admiradora... Me fascina su estilo, tu narrativa, sus recursos literarios... Me parece fascinante ese estilo que tiene usted de primero crear una atmósfera de suspenso... y luego dejar tres páginas en blanco...
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