El chef, por hacerle la vida imposible a la competencia, va a comer siempre al restaurante que está enfrente de aquél en donde él mismo trabaja. Una tarde se presenta y ordena.
―¿Qué va a querer, señor?
―Ah, un filete mignon, por favor.
Le traen el plateillo, el chef lo huele apenas, y deduce:
―La carne está un poco seca, la salsa que la baña más agria de lo necesario, le falta sal y tiene demasiado tomillo.
El camarero va con el chef que preparó el platillo y le dice:
―Disculpe, un cliente le hizo estas observaciones a su platillo.
Enfurecido, este segundo chef se plantea hacer para la próxima visita de aquel cliente un preparado irreconocible.
Al día siguiente, el primer chef se presenta en el restaurante.
―¿Qué va a ordenar el señor? ―le pregunta el camarero.
―Un fetuccini, por favor.
―¿Con alguna salsa en especial?
―La tradicional, bolognesa.
Le traen el platillo, apenas lo huele y dice:
―Bien... la pasta está un poco seca, no está al dente, debió hervir un minuto y medio más, tiene exceso de cebolla, y la salsa la prepararon con demasiado laurel, además de que para ella usaron dos botellas de vino abiertas con por lo menos doce horas de diferencia, lo cual afecta la consistencia del preparado.
Nuevamente, el camarero le hace notar al chef que preparó el platillo la observaciones del cliente; este chef, la próxima vez, hará un platillo imposible de reconocer.
Al día siguiente, el primer chef vuelve en plan de comensal.
―¿Desea algo el caballero? ―le pregunta el camarero.
―Probaré el pato a la naranja, por favor.
―En seguida.
Le traen el platillo, apenas lo huele, y concluye:
―Las naranjas del preparado están agrias, la carne reseca y el vino que le inyectaron para contrarrestar ese efecto es de poca calidad. El ave no se marinó lo suficiente y su uso de la albahaca es inadecuado e insuficiente.
Harto de las exigencias del cliente, el chef decide jugarle una treta. Al día siguiente, el primer chef vuelve al restaurante en plan de comensal.
―¿Qué va a ordenar el señor?
―Deseo un sirlón, por favor.
En la cocina, el chef del restaurante prepara el platillo, y se vuelve hacia la trabajadora de limpieza.
―¡Lupe! Necesito pedirte un favor.
―Diga usted.
―Mira, llegó con nosotros un cliente muy exigente y nos ha pedido una peculiaridad para su platillo. Mira... nos ha pedido que, por favor, pues... necesitamos que te pases este corte de carne por todo el cuerpo.
―¡Pero, señor...!
―Bueno, es la exigencia del cliente, uno de nuestros mejores clientes, y tú sabes que el cliente es primero.
Luego de amplias discusiones, la Lupe accede y se pasa el sirlón por todo el cuerpo, hecho lo cual el chef lo pone en el plato para que se lo lleven al comensal. Éste, cuando recibe en su mesa su orden, apenas la huele, y dice:―Le falta tomillo y... y... y... ¿Aquí trabaja Lupe?
No hay comentarios:
Publicar un comentario