El gran George Bernard Shaw fue invitado un día por Allen Ginsberg a un almuerzo nudista, que se verificaría en casa de William S. Burroughs, al cual asistiría como invitado de honor de los jóvenes beats. Luego de varias horas de insistencia de Ginsberg, Shaw accedió.
―También nos gustaría, maestro Shaw, que pronunciara usted el discurso de bienvenida del almuerzo.
―Sí, encantado. Sólo que me voy a tener que ver en la necesidad de pedirle un favor.
―Lo que usted disponga, maestro.
―Mire, ocurre que yo nunca he estado en una comida nudista. Así que le ruego que si yo llego a decir o a hacer algo impertinente, me lo haga notar al instante.
―Por supuesto, maestro Shaw. Aunque estamos seguros de que no habrá necesidad.
Llega el día del almuerzo y están todos los beats desnudos; llega George Bernard Shaw, cuyo asiento en la cabeza de la mesa está reservado, y se dirige así a su público, mientras Allen Ginsberg está a su lado:
―Queridos colegas. Es un verdadero placer... ―y en ese momento, Ginsberg le da un codazo―. Perdón. Es un placer... ―y recibe otro codazo de Ginsberg―. Oh, lo siento. Es un gran honor... ―otro codazo―. Disculpen, disculpen... Es en realidad un honor... ―un codazo más por parte de Ginsberg.
En ese momento, Shaw se vuelve hacia Ginsberg, y le pregunta.
―Bueno... por favor... ¿en dónde estoy metiendo la pata?
―Pues la pata, quién sabe. Pero el pito, en la sopa.
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