febrero 04, 2009

Amén

Curiosa la costumbre de Teodomiro Agúndez de hacer ciertos movimientos, en la calle, después de haber estado con una prostituta. Muchas personas que lo veían salir frecuentemente del mismo hotel, habían llegado a asegurar de que se trataba de un hombre perteneciente a la Iglesia, pues lo habían visto persignarse. La noticia llegó a oídos de sus amigos, quienes no lo tenían por un hombre religioso. Uno de ellos se aventuró a preguntarle.
─Oye, Teodomiro... corre un rumor. ¿Por qué te persignas en la calle después de haber estado con una prostituta?
─¿Persignarme yo? ─Pregunta Agúndez, sorprendido─ No, hombre. Lo que pasa es que hago una revisión: Me acomodo los lentes, me acomodo la hebilla del cinturón, checo el marcapasos, me aseguro de que mi cartera esté en el saco y me acomodo la dentadura postiza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario