febrero 04, 2009

Caperucita

Esa noche habían dejado a la Caperucita al cuidado del hada madrina, quien preparaba todo para el baile de la Cenicienta. Al ver todo el alboroto, a la Caperucita le entraron ganas de ir.
─¡Déjame ir, hada madrina!
─No, que estás muy chamaca todavía para esas cosas.
─¡Quiero ir al baile!
─¡Que no! ¡Que es el baile del príncipe y la Cenicienta tiene que ir, y ni modo que lleve chaperona!
Total, que se va la Cenicienta al baile, mientras la Caperucita le sigue insistiendo al hada madrina, hasta que le colma la paciencia.
─¡Ah, qué bien chingas! Está bien, te voy a dejar ir. Pero tienes que volver antes de la media noche, porque si no, ahí entre las piernas, aquello se te va a convertir en una mitad de melón.
─¡Gracias, hada madrina! ¡Te prometo regresar antes de la media noche!
Va la caperucita al baile y llega cerca de las 9:30, y ahí se encuentra a la Cenicienta.
─¡Caperucita, qué bueno qué viniste! Oye, ¿hasta qué hora vas a estar por acá?
─Pues yo creo que me voy temprano, porque si no, a las doce se me va a hacer una mitad de melón ahí donde tú sabes, y...
─Ah, no te preocupes, nos vamos juntas. Yo también tengo que volver antes de las doce.
Suenan las diez de la noche y aún no empieza el baile ni baja el príncipe, y la Caperucita empieza a desesperarse.
─No, yo creo que ya me voy, porque mira qué hora es y esto todavía no empieza.
─Espérate, esto es rápido.
En ese momento baja el príncipe, se hace la ceremonia de recepción y a las 10:30 empieza el baile.
─Ahora sí me voy, apenas van a bailar...
─No, que te esperes... nos vamos juntas.
Bailan las dos con el príncipe, cada cual en su oportunidad, y llaman para la cena a las 11:00.
─No, ora sí ya me voy, Cenicienta, mira la hora.
─Que no te preocupes, yo traigo carro, llegamos en diez minutos.
Sirven la cena, la Caperucita se apresura a comer, y cuando ve que han dado las 11:30, le anuncia a la Cenicienta:
─Ya me voy, ya me voy, ya es muy tarde...
─Espérate, que todavía falta el postre.
─El postre...
Sirven el postre, y para acabarla de joder, es melón.
─¡Melón! ¡Ay, Dios!
No ha empezado la Caperucita a comer su melón, cuando escucha unos ruidos como si un cerdo estuviera comiendo en su chiquero. Voltea, y encuentra que quien emite tales ruidos es el príncipe comiendo su melón. Ve al príncipe que le mete unos lengüetazos a su mitad de melón, mete la cara completa, la saca y se le ven los ojitos en blanco.
La Cenicienta, que ya había terminado su postre, le pregunta a la Caperucita.
─Oye, Caperucita, ¿Cómo a qué hora dices que te vas a ir?
─Pues... como a las dos o tres de la mañana, yo creo.

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