El experto en vinos llega al restaurante, y ordena:
―Por favor, un chateau saignant.
―Excelente decisión señor. Y, ¿para acompañar?
―Tráigame por favor un vino, tinto, por supuesto, un beaujolais, de la región de Lorena, cosecha 1979, del viñedo 14.
―Al instante, caballero.
Regresa al poco tiempo el mesero y le hace a su cliente la siguiente observación:
―Señor, nos ha de disculpar, pero no tenemos exactamente el vino que pide; pero tenemos, en cambio, uno de la misma cosecha, del mismo tipo, de la misma región, pero es del viñedo 15. ¿Lo apetece?
―¿Qué? Ah, no... no, gracias. Tráigame un vaso de agua.
―Pero, caballero ―se sorprende el mesero―, pero si el vino que le ofrecemos tiene el mismo cuerpo, el mismo tiempo de conservación... al momento de la cosecha las uvas las recogieron las mismas manos, los mismos pies de doncellas vírgenes pisaron las uvas, el sol golpeó igualmente a los viñedos, las lluvias les cayeron por igual... son acaso cien metros los que separaban al viñedo 14 del 15...
―Cien metros... ¿Cien metros le parece poco? Mire, le voy a decir algo. Una mujer tiene dos orificios de placer, dos orificios prodigadotes de los mayores placeres jamás conocidos por el hombre. ¿Usted me habla de cien metros de distancia? Yo le hablo de cuatro centímetros de distancia. ¡Cuatro centímetros! Y, sin embargo, el bouquet es muy distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario