La Caperucita judía visita a su abuela.
―Oye, abuelita, ¿por qué tienes esas manos tan grandes?
―Para abrazarte mejor.
―Ah. Oye, abuelita, ¿y por qué tienes esos ojos tan grandes?
―Para verte mejor.
―Ah. Oye, abuelita, ¿y por qué tienes esas orejas tan grandes?
―Para oírte mejor.
―Ah. Oye, abuela, ¿y por qué tienes esa nariz tan grande?
―¿Qué? ¿No te has visto en un espejo, pendeja?
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