Teodomiro Agúndez quería ir a Londres, pero no sabía inglés. Entonces se puso a pensar cuál sería el método más eficaz para aprender dicho idioma.
―Harmon Hall... no, es muy caro. Inglés sin barreras... no, voy a terminar hablando como pocho. ¡Ah, ya sé! Voy a sintonizar por radio la BBC de Londres.
Orgulloso de su brillante idea, Agúndez va a la tienda de electrónicos y se compra su radio de onda corta. Sintoniza entonces la BBC de Londres, y se pasa todo el día oyendo la radio, tomando apuntes, repitiendo lo que escucha, durante una semana, dos semanas, tres semanas, un mes, dos meses, tres meses... hasta que al cabo de medio año siente que ya domina perfectamente el idioma. Entonces va a la agencia de viajes y compra su boleto a Londres.
El avión aterriza entre la neblina, y Agúndez, con una maleta en cada, mano, desciende feliz. Pero antes de visitar el Big Ben o el Támesis, antes de conocer la Torre de Londres o el Palacio de Buckingham, quiere demostrarles a los británicos que sabe hablar inglés. Entonces camina unas cuadras hasta que da con una tabaquería abierta, entra y le dice a la encargada:
―iiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuiiiiiiiiiiooooooooooooooooooooooooouuuuuuuuuuueeeeeeergshshshshshshshshshshhhhhhshshgrrrrrrrrrrrrrrrrrrriiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiouuuuuuuuuuuuuuuuuu…
(Es decir, reproduce vocalmente la interferencia. Es un chiste difícil de contar por escrito.)
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