El paceño está en la sala de su casa, mientras su mujer lava los trastes de la comida. De pronto, el hombre pega un grito estruendoso:
―¡Vieja! ¡Pásame el antídoto contra veneno de alacrán!
Alarmada, la mujer da de alaridos mientras corre apresurada a la sala.
―¡¿Qué pasó viejo?! ¿Te picó un alacrán?
―No... pero ahí viene uno... míralo.
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