octubre 16, 2012
Medicina moderna
En un Congreso de Médicos Especialistas de Oxford se reencuentran dos colegas luego de años de no verse.
─Disculpe, ¿es usted el doctor Headly Wonderville?
─El mismo. ¿Quién pregunta?
─¡Headly!, ¿no me reconoces? ¡Soy Barnabie O'Connolly! Cursamos juntos la Universidad aquí mismo, en Oxford.
─¡Barnabie! No te reconocí, ¡vaya que has cambiado! Oye, ¿y qué estás haciendo, qué ha sido de ti?
─Pues yo me quedé aquí en Oxford y ejerzo la Odontología.
─¡Hombre!, ¿y cómo te va?
─Muy bien, muy bien... hemos desarrollado técnicas muy novedosas que harán más precisas las labores del área y los costos más accesibles. Y ¿qué ha sido de ti, Headly?
─¿Yo? Yo me fui a Sudáfrica.
─Bien, bien... y ¿a qué te dedicas?
─A castrar negros.
─¿Cómo? ¿A castrar negros?
─Sí, a castrar negros.
─¡No me digas que todavía sobreviven esas terribles prácticas!
─¿Sobrevivir? ¡Si lo hacemos todo el día! ¡Capamos negros a pasto...!
─Y... bueno... me imagino que lo hará con técnicas modernas... con procedimientos bioquímicos...
─¡No, qué bah! Mira: agarramos fuerte al negro en turno, lo abrimos de piernas, ponemos sus huevos entre dos ladrillos y ¡crash!, se los aplastamos. Luego desinfectamos un poco, en caso de que sea estrictamente necesario, y el negro sigue con su vida.
─¡Pero eso debe ser dolorosísimo!
─No, no... la verdad no tanto... sólo hay que cuidarse de no poner algún dedo entre los dos tabiques...
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