Llega una señora poblana, con su vestido de flores, su collar quesque de perlas y su cartera de mano, al doctor... acompañada de su hija de dieciséis años, ésta con shorts cortísimos, ombliguera, el cabello parcialmente teñido de amarillo y mascando un chicle. Toman asiento dentro del consultorio, y el doctor comienza a hablar:
―Señora, pues... tengo los resultados de los análisis de su hija y... bueno... pues me temo que está embarazada.
―Ay, doctor, ¿está usted seguro?
―Señora, los análisis no mienten.
―Ay, doctor... pero... ¿cómo...?
―Pues, ¿qué quiére que yo le diga?
―Ay, Dios mío... pero... Oiga, doctor, ¿y no pudo haber ocurrido en un sanitario público?
―Pues sí, señora... sí... pudo haber sido ahí. Pero le aseguro que es muy incómodo.