En la escuela dice la maestra:
—A ver, niños, ¿cómo quedamos que se llaman las partes pudendas del ser humano?
—Se llaman destinos —contesta Pepito.
—¿Cómo? No, Pepito, no se llaman así.
—¡Claro que se llaman destinos, maestra! —contesta Pepito, seguro de lo que sabe.
—No, Pepito. En el hombre se llaman pene y testítulos, y en la mujer vagina.
—Por supuesto que no, maestra. Se llaman destinos —insiste Pepito.
—A ver, Pepito, ¿por qué dices que se llaman destinos?
—Ah, porque en el periódico, siempre que alguien se casa, dice: "Fulano y fulana juntaron sus destinos".
noviembre 14, 2009
Jane y Tarzán
Estaban Jane y Tarzán en la copa de un árbol, después de su primera noche de pasión de jungla, cuando Jane pregunta a Tarzán:
—Oye, Tarzán, ¿y qué hacías antes de que yo llegara a tu vida?
—Ah, pues iba a una casa de chitas.
—Oye, Tarzán, ¿y qué hacías antes de que yo llegara a tu vida?
—Ah, pues iba a una casa de chitas.
noviembre 12, 2009
La que es pera, espera
Érase una vez una pera que estaba esperando su camión, y pasa una hora y no llega, pasa otra hora y no llega. Después de mucho tiempo llega una naranja y le pregunta:
-¿Hace mucho que espera?
Y ella le contesta:
-Sí, desde que nací.
-¿Hace mucho que espera?
Y ella le contesta:
-Sí, desde que nací.
Ramona Cabrera
Llega el borrachito a la vecindad, aún con su botella medio vacía en la mano, y comienza a gritar a todo pulmón:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Y nadie le hace caso. Pero él sigue gritando:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Poco a poco las vecinas comienzan a despertarse y encienden sus luces, mientras el borrachito sigue gritando:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Hartas del escándalo, las vecinas llamas a la policía, y un oficial se acerca al borrachito:
—Caballero, ¿qué es lo que usted pretende, si aquí no vive ningna Ramona Cabrera?
—¿Y eso a mí qué? —Replica el ebrio.
—¿Cómo que a usted qué? ¡Usted lleva dos horas gritando a todo pulmón "¡Ramona Cabrera!"!
—Ah caray, ¿yo llevo dos horas gritando "¡Ramona Cabrera!"?
—Así es —responde el policía —, usted lleva dos horas gritando "¡Ramona Cabrera!"
—Ah perdón —dice el borrachito, y grita entonces—: ¡Cabrona ramera!
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Y nadie le hace caso. Pero él sigue gritando:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Poco a poco las vecinas comienzan a despertarse y encienden sus luces, mientras el borrachito sigue gritando:
—¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera! ¡Ramona Cabrera!
Hartas del escándalo, las vecinas llamas a la policía, y un oficial se acerca al borrachito:
—Caballero, ¿qué es lo que usted pretende, si aquí no vive ningna Ramona Cabrera?
—¿Y eso a mí qué? —Replica el ebrio.
—¿Cómo que a usted qué? ¡Usted lleva dos horas gritando a todo pulmón "¡Ramona Cabrera!"!
—Ah caray, ¿yo llevo dos horas gritando "¡Ramona Cabrera!"?
—Así es —responde el policía —, usted lleva dos horas gritando "¡Ramona Cabrera!"
—Ah perdón —dice el borrachito, y grita entonces—: ¡Cabrona ramera!
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Mujeres del descuidado vivir
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